24 noviembre 2011

El príncipe azul del cuento

Me hacías sentir como el príncipe azul del cuento. Ese que va en busca de sus aventuras, ese. Ese que a pesar de las dificultades siempre encuentra su final feliz, ese. Y por un momento creí que ese final era para mí, pero sólo fue un sueño. Un sueño que se esfumó antes de que pudiera tocarlo. ¡Que tonto fui! El destino no quería que tú fueras para mí. Y yo insistiendo en que el destino podía cambiarse, que todo sería distinto esta vez, pero me equivoqué. Y pasaste a ser un nombre más en mi lista de "Cosas que jamás debieron empezar". Un nombre más. El último y el más importante de la lista. Podría coger una cerilla y prender fuego a esa hoja hasta que se consumiera y, aún así, tu nombre quedaría impregnado con sangre, con mi sangre.

Como todo príncipe, tenía una misión. Una misión para evitar que desaparecieras de mi vida para siempre: antes de que el sol saliera el cuarto día, tenía que conseguir llegar a tu alma, conquistar tu corazón y conseguir un beso. Los días pasaban rápido. El primero se alejó, como se marchitan los pétalos de las flores con una gran ráfaga de viento. El segundo tuve miedo. El tercero... El tercero te arranqué cuatro sonrisas del rostro y conseguí que me abrazaras. El cuarto día sólo una despedida y un adiós.

Mi vida, al igual que este cuento, se termina con ese te quiero que nunca nos dijimos y, que quizás, aún esté esperando oír.


Escena de la película de Disney, La Sirenita

1 comentario:

  1. Tienes esos impulsos y esa ilusón propia de tu edad y debes apovecharla. Comerte el mundo, pensar que todo es posible, porque es cierto. Vas por buen camino!. Escribes bien y escribes lo que sientes. Esto es importante. Nunca escribas por quedar de una manera correcta. Escribe siempre lo que sientas, es mi humilde consejo. Un saludo y felicidades de nuevo, amigo.

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